P. José Luis Correa Lira
Ayer escuchábamos de la sanación de alguien que padecía de sordera y tartamudez. Hoy san Lucas nos relata de otra curación física. Esta vez de un hombre que tenía la mano derecha paralizada, a quien Jesús restituyó su movilidad.
Este episodio curativo está contextualizado por un par de elementos y actitudes tan importantes como el mismo hecho milagroso, a saber, que Jesús entró en la sinagoga y se puso a enseñar y la presencia de los escribas y fariseos al acecho para tener motivo para acusar a Jesús, pues era sábado…
Dice Lucas que Jesús, conociendo las (malas) intenciones de éstos no solo da una orden al que tenía la mano paralizada, sino que les dice a aquellos, si está permitido hacer el bien o el mal, salvar una vida o no, aunque sea en sábado. Obviamente los dejó atónitos.
Hacer o no el bien, parafraseando a Shakespeare, esa es la pregunta. Para nosotros se traduce en concreto en interrogarnos si hicimos el bien que pudimos y tuvimos que hacer o pecamos de omisión.
Hacer el bien, sin mirar a quien y sin esperar nada a cambio. Son otras dos cosas que agregar a esta actitud tan cristiana como humana.
Hacer el bien, porque a nadie le gusta que le hagan daño (o sea, el mal), ya que hay que hacer al otro lo que a uno le gustaría que los otros le hicieran.
Como dijo una vez el Papa Francisco es “la regla de la conversión: alejarse del mal y aprender a hacer el bien”. Hay que desistir de hacer el mal, como profetiza Isaías y salir del drama paulino: no hago el bien que prometo y hago el mal que detesto
(Cf. Rm 7, 19)
A hacer el bien se aprende con cosas concretas, no con palabras. Jesús regañó a una clase dirigente del pueblo de Israel, porque ‘dicen y no hacen’ (Cf (Mt 23, 1-12), pues no conocen la concreción. Y si no hay concreción, no hay conversión.
Y creo que, en definitiva, no cuesta tanto. Lucas, en su segundo escrito, los Hechos de los Apóstoles, define a Jesús desde esa óptica: Pasó haciendo el bien (Hch 10. 38)
Siendo discípulos aprendamos a hacer el bien y no solo a evitar o detestar y condenar el mal.
Bendiciones
P. JL p.jlcorrealira@gmail.com