P. José Luis Correa Lira
¿Qué es lo que nos hace impuros? Lo que entra de fuera o lo que sale de dentro.
Esa pregunta la responde Jesús señalando que es de dentro, del corazón, de donde salen los pensamientos perversos, etc… “Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro.”
Los fariseos estaban pues muy equivocados al centrarse solo en el cumplimiento de normas y formas (criticaban a los discípulos de Jesús diciendo que comían con manos impuras, es decir sin lavarse las manos).
En este prolongado tiempo de pandemia una de las cosas que más nos hemos acostumbrado a hacer es justamente lavarnos las manos una y mil veces al día. En los primeros días y meses esto que debía ser un hábito normal de higiene, llegó a ser algo excesivo y en ciertos casos obsesivo: no se podía tocar nada, ni superficies, ni objetos sin antes haberlos desinfectado.
Todos ‘ganamos’ en aprender el autocuidado y la responsabilidad por la protección propia y de los demás, sin olvidar que otros grandes ganadores con esto han sido los productores de alcoholes, jabones, así como guantes, mascarillas, etc.
El otro aprendizaje importante ha sido valorar el sacramento de la confesión, que, si bien no es mera limpieza del alma, purifica, o como dice la secuencia de Pentecostés, el Espíritu Santo que ‘lava lo manchado’.
Hay en la Misa un gesto que realiza el sacerdote que preside la Eucaristía en el que dice, al lavarse las manos en el ofertorio, lávame Señor de mis culpas, de mi pecado quede yo limpio.
Por intercesión de la toda pulcra, la Virgen Inmaculada, nos siga protegiendo el Señor de autoengaños farisaicos, y crecer en mayor humildad y honestidad.
Bendiciones
P. JL