P. José Luis Correa Lira
Una frase del Evangelio de hoy (Mt 24, 42 – 51) es muy importante. Es una bienaventuranza: Dichoso el servidor que, al regresar el amo, lo encuentra cumpliendo con su deber.
El fiel y fidelísimo cumplimiento del deber de estado, es un camino de santidad de la vida diaria. Ordinaria extraordinariae, hacer lo habitual, lo de todos los días de forma extraordinaria, vale decir, de la mejor manera posible, pero hacerlo también con amor, no solo con exactitud y pulcritud. El perfeccionismo puede llevar a la intolerancia, la rigidez, puede hacer que el que exige eso sea insoportable.
Así dice y advierte el refrán: lo perfecto es enemigo de lo bueno.
Cumplir con lo que debemos hacer, con lo que nos fue encomendado y no distraídos en otros afanes, empatando (perdiendo) el tiempo, para que llegue pronto la hora de finalizar la jornada de trabajo. La holgazanería y la pereza son pecados serios.
Hoy hay mucha gente que pegados a diversas pantallas (celular, computador, televisor, IPad, etc.) no se concentra en lo que realmente debe hacer y se dispersa y desvía la atención de lo que está haciendo (su trabajo) y así lo hace a medias o, lo que es peor, definitivamente mal.
Dios nos regale ese don de la fidelidad en la pequeño y cotidiano que tenemos que hacer para ser merecedores de esa dicha anunciada por el Señor.
P. JL