P. José Luis Correa Lira
Al recordar a un santo fundador (san José de Calazans) de una comunidad de educadores, los escolapios, quiero simplemente proponer tres puntos, aprendidos en la escuela de otro gran pedagogo, el padre Kentenich, fundador de Schoenstatt:
¡Ama y no dejes nunca de amar!’ a los que te fueron confiados.
¡Sírvelos! Ponte enteramente a su disposición, con todo lo que sabes y tienes, pero por sobre todo entregándoles tu corazón. Servir desinteresadamente la originalidad, la vocación y misión de cada uno.
Confía, mantén la fe, en lo bueno que hay en cada uno de ellos, a pesar de desengaños y errores.
Desde que ingresé al Movimiento escuché y aprendí que el nuestro es un Movimiento de educación y de educadores, y que la autoeducación, de sí mismo y por sí mismo, nos puede ayudar a llegar a ser personalidades libres, recias y sacerdotales.
Evidentemente la heteroeducación también tiene un rol en el proceso educativo. La comunidad y los formadores también tienen su incidencia. Siempre es bueno tener a otros más adelantados y otros a la par de uno, compañeros de ruta, que complementan, estimulan y, con cariño y claridad, se animan a corregirte.
Dios nos regale siempre el carisma de la pedagogía dinámica, de ideales, de confianza, de magnanimidad, de alegría, libertad …
Lo pido por intercesión de la Madre y Maestra de la fe y del amor, la Santísima Virgen María, pedagoga del Evangelio, como la definió Puebla.
P. JL