P. José Luis Correa Lira
Hoy se celebra en Costa Rica el ‘día de la madre’ y en todo el mundo católico una solemnidad de nuestra Madre celestial: su gloriosa asunción en cuerpo y alma al cielo.
Fue el Papa Pío XII quien proclamó ese dogma el 1 de noviembre de 1950, al publicar la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus. Y lo hizo con estas palabras:“Pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado, que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, terminado el curso de su vida terrena fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.”
A diferencia nuestra, María no experimentó corrupción en el cuerpo al final de su vida terrena.
En el Catecismo se recoge esta verdad como sigue: “La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de
todos los miembros de su Cuerpo.”
La Asunción de María es ciertamente un privilegio otorgado a María, la Madre de Jesús, pero es también una anticipación de nuestra propia resurrección.
De nuevo recurrimos al compendio de nuestra fe: “La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos”.
El que María se halle en cuerpo y alma ya glorificada en el Cielo, es la anticipación de nuestra propia resurrección, dado que ella es un ser humano como nosotros.
Desde el punto de vista de la piedad y espiritualidad, es en el rezo del santo Rosario, en el cuarto misterio glorioso que hacemos mención a este hecho.
El padre Kentenich ofrece en el libro de meditaciones Hacia el Padre la siguiente oración sobre la Asunción:
“Madre, así como pasaste con el Señor por la vida, con él viviste, amaste y sufriste, ahora, una vez terminado el curso de la existencia, te asume él con cuerpo y alma al cielo. De corazón participo, Madre, en tu dicha y la suya, e imploro un destino semejante para el mundo.”
Bendiciones en este día de María junto a Jesús también en el cielo.
P. JL