P. José Luis Correa Lira
El Evangelio de la Misa de hoy es muy usado en bodas. Jesús remite al dato creacional relatado en el libro del Génesis, en el que se narra que Dios creó al inicio al hombre en la dualidad masculina y femenina, varón y mujer los creó.
En segundo lugar, dice el texto refrendado por el Señor, que ‘dejará el varón a su padre y su madre’ (y lo mismo vale para la mujer).
Esta parte es muy bonita, pues la suelo a aprovechar de analizar y explicar a los novios y sus invitados al matrimonio que cada uno de ellos deja a sus progenitores con una actitud de agradecimiento, primeramente, por la vida recibida de padre y madre (y así para atrás: abuelos y abuelas…) Que dejarlos no significa abandonarlos ni olvidarlos (hay un deber de auxiliarlos en la vejez y enfermedad, en la medida que sea posible, obviamente, respetando el ‘ordo amoris’.
Dejar agradecido y comprometido con lo recibido de ellos, la alimentación, la formación, la fe, en la mayoría de los casos, las buenas costumbres y tradiciones (aunque no se tienen por qué repetir ni perpetuar).
‘Formarán un solo ser’; una sola carne dice el texto veterotestamentario. Es decir, una nueva entidad que abarca lo espiritual y lo material, también el amor carnal y sexual, propia de los esposos, que en esa consumación recién el matrimonio contraído es completo. Así abierto a la vida, a los hijos que Dios quiera regalarles, cuando, cuantos y como se los quiera dar (¡los hijos son un don y no un derecho!) recordándoles que han respondido previamente y positivamente a la pregunta sobre ese particular, al que colaborarán poniendo de su parte lo que corresponde, responsable y amorosamente, y comprometiéndose a recibirlos y educarlos según la ley de Dios y de la Iglesia.
¡Cuánto se puede extraer, aprender y aplicar de ese breve, pero significativo texto bíblico de ambos testamentos!
Dios bendiga, proteja y acompañe a los novios que toman consciencia de lo que hacen al casarse, pues inician una vida de santidad conyugal y familiar sin igual.
P.JL