P. José Luis Correa Lira
Hace un tiempo recordábamos la célebre frase de un gran teólogo de la antigüedad, san Ireneo: La gloria de Dios es la vida del hombre.
El Evangelio de este domingo nos trae la promesa de Jesús: el pan que yo les daré es mi carne para que el mundo tenga vida.
¿De qué vida se trata en un mundo de tanta muerte? Muertes por el Covid 19 (ya casi 3 millones); muertes por asesinatos (sobre todo la indecible cifra de los niños abortados); muertos por guerras, etc…
¿Qué vida es la que nos regala Jesús? La vida eterna, como dice un poco antes el mismo texto joánico: “el que cree en mí, tiene la vida eterna.”
Recuerdo al querido Papa san Juan Pablo II, cuando en el encuentro con los jóvenes en el Estadio Nacional de Chile nos dijo esas imborrables palabras:
“Al contacto de Jesús despunta la vida. Lejos de El sólo hay oscuridad y muerte. Vosotros tenéis sed de vida. ¡De vida eterna! ¡De vida eterna! Buscadla y halladla en quien no sólo da la vida, sino en quien es la Vida misma.
” Y luego agregó: “que todos los hombres resuciten a una vida nueva en Cristo Jesús. (…) Se debe rezar para vencer la muerte. Se debe rezar para lograr una vida nueva en Cristo Jesús. Él es la vida; Él es la verdad; Él es el camino”, citando a Jesús en el Evangelio de Juan (Jn 14, 6)
Pidamos al Señor de la vida, que es el pan vivo, nos dé siempre de ese pan y no dejemos de recurrir a el en la comunión, como decía san Alberto Hurtado, al sugerir la ‘comunión diaria’, cuando es posible.
Bendiciones
P. JL