P. José Luis Correa Lira
Hoy se celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor.
La experiencia en el Monte Tabor, al que subió Jesús llevando aparte a Pedro, Santiago y Juan, es uno de los momentos más importantes en la vida del Maestro que pudieron experimentar estos tres apóstoles.
En esta teofanía trinitaria están presentes las Tres Personas Divinas. El Hijo que es Jesús, la voz que se oye del cielo, es la del Padre que atestigua a favor de su Hijo y la nube de la que procede la voz, representa, en cierto modo, la presencia del Espíritu.
Lo que Pedro dijo, aunque en palabras de Marcos, ‘no sabía lo que decía’, es muy importante: expresa el deseo de querer establecerse en ese lugar, hacer ahí las tiendas. Es lo que se supone deberíamos hacer en la adoración eucarística, decirle al Señor que en su presencia se está muy bien y que dan ganas de permanecer junto a Él.
Ojalá tengamos momentos de Tabor en nuestra vida espiritual a veces tan errática, de ‘picoteo religioso’. Que la búsqueda de Dios nos lleve a encontrarlo donde Él se nos manifiesta elocuentemente.
El padre Kentenich, así lo expresa en una oración compuesta en el infierno de Dachau :
“Tu santuario irradia sobre nuestro tiempo los resplandores y la gloria del Sol del Tabor. Donde se manifiesta con claridad el Sol de Cristo y, como en el Tabor, traza un recorrido victorioso; allí es bueno estarse, allí se está como en el Paraíso, pues el Espíritu Santo ha establecido su morada.”
Bendiciones
P. JL