P. José Luis Correa Lira
También nosotros somos testigos de Papas Santos. Es cosa de recordar a los Papas San Juan XXIII, San Pablo VI, San Juan Pablo II y no dudo que algún día se reconozca la santidad de los que aún viven.
Él fue quien estableció la celebración de la fiesta de Pascua en el domingo siguiente a la Pascua judía.
Afrontó eficazmente las grandes dificultades de su época, entre ellas, la enseñanza de Teódoto, quien sostenía, con su doctrina adopcionista, que Jesucristo era simplemente un hombre dotado de poderes sobrenaturales.
San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo. Las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.
A propósito de la Misa en latín, es bueno recordar el documento papal motu proprio Tratidionis custodes (Custodios de la Tradición) recién publicado 16 de julio del Papa Francisco, que regula la posibilidad de que los sacerdotes celebren la Misa en la forma extraordinaria, es decir con el Misal anterior a 1970.
En la carta que acompaña el motu proprio, el Papa afirma: “Me entristece el uso instrumental del Misal Romano de 1962, que se caracteriza cada vez más por un rechazo creciente no solo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II, con la afirmación infundada e insostenible de que ha traicionado la Tradición y la ‘verdadera Iglesia’”. El Papa Francisco advierte también que se dan “abusos de unos y otros en la celebración de la liturgia” y por ello pide a los obispos “procurar que cada liturgia se celebre con decoro y fidelidad a los libros litúrgicos promulgados tras el Concilio Vaticano II, sin excentricidades que fácilmente degeneran en abusos”, pues “las celebraciones litúrgicas no son acciones privadas, sino celebraciones de la Iglesia, que es el ‘sacramento de la unidad’, por lo que deben hacerse en comunión con la Iglesia”, recuerda el Papa.
Por ello, entre las medidas tomadas, está que el obispo diocesano será en adelante quien autorice el uso del Misal Romano de 1962, siguiendo las orientaciones del Vaticano. El obispo indicará uno o varios lugares donde puedan reunirse los fieles para celebrar la Misa en la forma extraordinaria. El lugar no podrá ser la iglesia parroquial y el obispo diocesano señalará los días en los que puedan celebrarse. En estas celebraciones las lecturas se proclamarán en lengua vernácula, es decir en el idioma de cada lugar y no en latín, usando las traducciones de la Biblia aprobadas por las conferencias episcopales.
Si algún sacerdote que se ordene después de la publicación del motu proprio Traditionis custodes quiere celebrar la Misa con el Misal de 1962, deberá hacer una solicitud formal al obispo, que a su vez consultará al Vaticano antes de dar la autorización. Asimismo, los sacerdotes que ya celebran la Misa de esta forma deberán pedir autorización al obispo para
mantener esta facultad.
Me parece muy correcto y necesario todo esto.