P. José Luis Correa Lira
En la primera lectura de la Misa de hoy leemos del libro del Éxodo (Ex 33,11), que “El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo.”
“Preguntar por Dios, buscar su rostro: esa es la primera condición para subir al encuentro con Dios”, dice Benedicto XVI , para “ver a Dios siempre detrás de todo lo que me acontezca. Ver así a Dios cara a cara para entregarme nuevamente a él.”
El Papa comenta este texto señalando que “la verdadera característica de este ‘profeta’ será que tratará a Dios cara a cara como un amigo habla con el amigo. Su rasgo distintivo es el acceso inmediato a Dios, de modo que puede transmitir la voluntad y las palabras de Dios de primera mano, sin falsearla”. Ese el punto decisivo: “que ha hablado con Dios como con un amigo (y): solo de ahí podían provenir sus obras.”
Es claro que la promesa del nuevo profeta se cumple definitivamente en Jesús. “En Él, como dice Benedicto XVI, se ha hecho plenamente realidad lo que en Moisés era solo imperfecto: Él vive ante el rostro de Dios no sólo como amigo, sino como Hijo; vive en la más íntima unidad con el Padre (…) y de ahí que “la doctrina de Jesús no procede de enseñanzas humanas, (…) sino del contacto inmediato con el Padre, del diálogo ‘cara a cara’, de la visión de Aquel que descansa en el seno ‘del Padre’.”
En el Catecismo se indica que “Moisés ‘conversa’ con Dios frecuentemente y durante largo rato subiendo a la montaña para escucharlo e implorarle, bajando hacia el pueblo para transmitirle las palabras de su Dios guiarlo”.
Pero “¿por qué solemos ser tan terriblemente desagradecidos? Porque nos acordamos muy poco de las misericordias de Dios. Y esto proviene de la grave carencia de una delicada infancia espiritual, de nuestra falta de cultivo de la soledad con el Padre, de coloquio cara a cara con Él. Si fuese filial estaría más a solas con Él.”
Un himno de vísperas reza así:
“Cuando la muerte será vencida y estemos libres en el reino, (…) solo entonces estaremos contentos. Cuando veamos cara a cara lo que hemos visto en un espejo (…) cuando al mirar lo que quisimos, lo veamos claro y perfecto y sepamos que ha de durar, sin pasión, sin aburrimiento, entonces, solo entonces, estaremos contentos.”
Las completas invitan a meditarlo con las palabras del autor del Apocalipsis: “Verán al Señor cara a cara.”
San Agustín recuerda y agrega que “cuando lo veamos cara a cara, disfrutaremos de la posesión de la verdad.”
Y en un himno del oficio de lectura rezamos pidiendo y reconociendo que “en diálogo sediento y torturado se encontrarán en un solo latido, cara a cara, tu amor y mi pecado” .
En definitiva, “ven a Dios, como dice san Teófilo de Antioquía, los que son capaces de mirarlo, porque tienen los ojos del espíritu (…) cuando el pecado está en el hombre, el hombre ya no puede contemplar a Dios (…) si vives pura, santa y justamente, podrás ver a Dios.”
P. JL
p.jlcorrealira@gmail.com
Sugerencia: Canción de Marco Vidal, Cara a Cara: https://www.youtube.com/watch?v=YFiuHTnwJw4
Solamente una palabra, solamente una oración cuando llegue a tu presencia oh Señor.
No me importa en qué lugar de la mesa me hagas sentar, o el color de mi corona, si la llego a ganar.
Solamente una palabra, si es que aún me queda voz, y si llego a articularla en Tu presencia. No te quiero hacer preguntas solo una petición y si puedo hacerlo a solas mucho mejor.
Solo déjame mirarte cara a cara, y perderme como un niño en tu mirada
y que pase mucho tiempo, y que nadie diga nada, porque estoy viendo al Maestro, cara a cara.
Que se ahogue mi recuerdo en tu mirada quiero amarte en el silencio y sin palabras. Y que pase mucho tiempo y que nadie diga nada solo déjame mirarte cara a cara.
Aunque caiga derretido en tu mirada, derrotado y desde el suelo,
tembloroso y sin aliento, aun te seguiré mirando, mi Maestro.
Cuando caiga ante tus plantas de rodillas déjame llorar pegado a tus heridas.
Y que pase mucho tiempo y que nadie me lo impida, que he esperado este momento toda mi vida.